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sábado, 22 de agosto de 2015

Las convenciones de Ginebra

La guerra ha estado presente desde el origen de la humanidad y siempre ha estado sujeta a ciertas leyes y costumbres. En un principio, el derecho humanitario estaba constituido por normas no escritas, basadas en costumbres humanitarias y prácticas derivadas de imperativos morales, religiosos, políticos, militares y hasta económicos, destinadas a regular la conducta en la guerra que exigían que se respetara a quien no combate o ya no puede combatir y se le dé un trato humano. Estas normas, que nacen de la guerra misma, se convierten en reglas consuetudinarias que reglamentan algunas cuestiones de las hostilidades y que fueron adoptando progresivamente los principios de necesidad, humanidad, lealtad y un cierto respeto mutuo. Posteriormente, se empezaron a elaborar tratados bilaterales y reglamentos que los Estados promulgaban para sus tropas pero que únicamente eran válidos para un conflicto o una batalla determinada. El problema es que estas normas estaban limitadas en el tiempo y en el espacio y además variaban según la época, el lugar o la moral de las partes en conflicto. 


Antes de la Primera Guerra Mundial. 

Es en la segunda mitad del siglo XIX cuando comienza la codificación internacional de las normas de la guerra que, como se ha dicho anteriormente, hasta ese momento eran normas internas o consuetudinarias. Suele considerarse el año 1864 como la fecha de nacimiento del Derecho Internacional Humanitario (DIH) porque es el año en el que se celebra una Conferencia Diplomática en Suiza que concluye con la firma del Convenio de Ginebra de 22 de agosto de 1864, para el mejoramiento de la suerte de los militares heridos de los ejércitos en campaña. Se trata del primer instrumento multilateral de Derecho Internacional Humanitario que nace como consecuencia de la acción del Comité de los Cinco (que da origen al Comité Internacional de Cruz Roja) que se constituyó a raíz de la publicación, en el año 1862, del libro "Recuerdo de Solferino" de Jean-Henri Dunant, verdadero precursor del Movimiento Internacional de la Cruz Roja, en el que relata una de las batallas más cruentas de la época donde los soldados heridos estaban condenados a morir porque los ejércitos carecían de servicios sanitarios o estos eran muy deficientes.

Firma del Primer Convenio de Ginebra en 1864
El Primer Convenio de Ginebra de 1864 aprobó con el voto de 12 naciones, la Mejora de la Condición de los Heridos y Enfermos de los Ejércitos en Campaña, tenía las siguientes características: 
  • se trataba de una norma universal, permanente y escrita destinada a proteger a las víctimas de los conflictos aplicables en todo tiempo y circunstancias.
  • era un Tratado multilateral.
  • establecía la obligación prestar asistencia sin discriminación a los militares heridos y enfermos.
  • establecía el respeto y la identificación del personal médico; además de ser neutral, debería ser identificado con el uso de un distintivo internacional. Se escoge una cruz roja sobre fondo blanco en honor de la nacionalidad de Dunant (suizo, cuya bandera es cruz blanca sobre fondo rojo).
Desde este momento, la labor de la Cruz Roja en el desarrollo del DIH será fundamental hasta nuestros días.


En 1868 se aprueba la Declaración de San Petersburgo que prohíbe la utilización de ciertos proyectiles en tiempo de guerra y proclama la prohibición general de utilizar armas "que agravarían inútilmente los sufrimientos de los hombres". 

A finales del siglo XIX y principios del XX se celebra en La Haya las Conferencias de Paz de 1899 y 1907 que constituyen el más notable intento de codificar el Derecho de la Guerra clásico. La Conferencia de 1907, que revisó y amplió la primera, aprobó catorce convenios entre los que destaca el IV Convenio sobre las leyes y costumbres de la guerra terrestres y su Reglamento. Además se elabora un nuevo Convenio de Ginebra en 1906 para aliviar la suerte corrida por los heridos y los enfermos de las fuerzas armadas en campaña. 

Periodo de entreguerras. 

Después de la I Guerra Mundial se intentó controlar los conflictos armados a través de su prohibición. Primero en el Tratado de Versalles de 1919, que condenó las guerras de agresión, después el Pacto de la Sociedad de Naciones de 1920 las prohibió y finalmente, el Pacto de Briand-Kellogg de 1928, estableció la renuncia a la guerra como instrumento de política internacional. 

Por otro lado, debido a los problemas humanitarios que se derivaron de la I Guerra Mundial, se aprueban los Convenios de Ginebra de 1929, para aliviar la suerte de los heridos y enfermos de los ejércitos en campaña y el relativo al trato de los prisioneros de guerra. 

Después de la Segunda Guerra Mundial 

Trás la II Guerra mundial y las devastadoras consecuencias que tuvo entre la población civil, la única preocupación de la época fue la represión de la guerra misma más que su regulación y control. En este sentido, la Carta de las Naciones Unidas prohíbe la guerra e incluso la amenaza y el uso de la fuerza (artículo 2.4) salvo los casos de legítima defensa individual o colectiva (artículo 51), por lo que en su Capítulo VII se prevé un sistema institucionalizado de seguridad colectiva de competencia exclusiva del Consejo de Seguridad. 

Es en este momento cuando comienza la persecución de los crímenes de guerra y los crímenes contra la paz y contra la humanidad por los Tribunales Militares Internacionales de Nuremberg y Tokio.


En relación con la regulación de los conflictos armados, la característica más importante de este periodo fue la firma de los cuatro Convenios de Ginebra, de 12 de agosto de 1949, que es la normativa básica del moderno DIH: 
  • I Convenio de Ginebra para aliviar la suerte que corren los heridos y los enfermos de las fuerzas armadas en campaña.
  • II Convenio de Ginebra para aliviar la suerte que corren los heridos y los náufragos de las fuerzas armadas en el mar.
  • III Convenio de Ginebra, relativo al trato debido a los prisioneros de guerra.
  • IV Convenio de Ginebra, relativo a la protección debida a las personas civiles en tiempo de guerra.
Posteriormente, se produjo un vacío normativo inspirado en la idea de que sería absurdo reglamentar la guerra ya que se consideraba ilícita y la Carta de las Naciones Unidas trataba de prohibirla totalmente. Pese a esto, se seguían produciendo conflictos armados por lo que era necesario seguir progresando en el desarrollo de normas protectoras para las numerosas víctimas. 

Bajo los auspicios de la UNESCO, se acordó en La Haya la Convención del 14 de mayo de 1954 para la protección de los bienes culturales en caso de conflicto armado. Está desarrollada por un Reglamento de 1954 y dos Protocolos, el primero de 1954 sobre la protección de los bienes culturales en territorio ocupado y el segundo de 1999 que establece el sistema de la llamada protección reforzada. 

Época actual. 

En este momento se producen dos hechos importantes. El primero en 1968 cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la resolución 2444, sobre el respeto de los derechos humanos en los conflictos armados, que estableció los principios básicos del DIH de limitación de medios y métodos de combate, de protección de la población civil y de distinción. El segundo acontecimiento se produjo como consecuencia de la celebración de la Conferencia Diplomática celebrada en Ginebra entre 1974 y 1977 donde se aprobaron los dos Protocolos Adicionales a los Convenios de Ginebra de 1949:
  • Protocolo Adicional I, relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados internacionales.
  • Protocolo Adicional II, relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados sin carácter internacional.
Ambos Protocolos tienen la finalidad de ampliar y complementar los citados Convenios de Ginebra. No obstante, en el año 2005 se aprobó un tercer Protocolo Adicional sobre el emblema por el que se establece un signo distintivo adicional, el Cristal Rojo. 

También es necesario destacar en el desarrollo de la regulación jurídica de los conflictos armados otros acontecimientos igualmente importantes. En particular, respecto a la regulación de los medios de hacer la guerra, y en concreto respecto de las armas no convencionales, en el año 1972 se aprobó el Convenio sobre la prohibición del desarrollo, la producción y el almacenamiento de armas bacteriológicas (biológicas) y toxínicas y sobre su destrucción. Posteriormente, en el año 1980 se aprobó el Convenio sobre prohibiciones o restricciones del empleo de ciertas armas convencionales que puedan considerarse excesivamente nocivas o de efectos indiscriminados, que consta de cinco Protocolos. El Protocolo I, relativo a fragmentos no localizables por rayos X en el cuerpo humano (1980), el Protocolo II, relativo a minas, armas trampa y otros artefactos (1980), el Protocolo III, relativo a armas incendiarias (1980), el Protocolo IV, relativo a las armas láser que producen ceguera (1995) y el Protocolo V, relativo a restos explosivos de guerra (2003). 

Otros hechos significativos de gran trascendencia fueron el Tratado de Ottawa de 1997, sobre la prohibición del empleo, almacenamiento, producción y transferencia de las minas antipersonal y sobre su destrucción y el Convenio relativo a las municiones de racimo en 2008 que prohíbe el uso, la producción, el almacenamiento y la transferencia de municiones de racimo que no son precisas ni fiables y prevé además, la prestación de ayudas en las comunidades afectadas (pendiente de firma y ratificación). 

Respecto del sistema de eficacia, con motivo de los conflictos armados que se desarrollan en la Ex Yugoslavia y en Ruanda, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas crea el Tribunal Penal Internacional para la Ex Yugoslavia en 1993 (Resolución 827 de 25 de mayo de 1993) y el Tribunal Penal Internacional para Ruanda en 1994 (Resolución 955 de 8 de noviembre). Finalmente, es necesario destacar un hecho de gran importancia en el ámbito del sistema de eficacia del DIH, la aprobación el Estatuto de Roma de 1998 por el que se creó el primer tribunal penal internacional 

En 1901 Dunant será galardonado con un Premio que nunca antes se habrá otorgado: el Nobel de la Paz.

Jean Henri Dunant

Jean Henri Dunant (08 de mayo 1828-30 de octubre de 1910) es un estudio de contrastes. Nació en un hogar rico, pero murió en un hospicio; en la edad media yuxtapone gran fama con total oscuridad, y el éxito en los negocios con la quiebra. Su apasionada humanitarismo fue la única constante en su vida, y la Cruz Roja su monumento vivo.

El hogar de Ginebra en la que nació Henri Dunant era religioso, humanitario y cívico. En la primera parte de su vida Dunant, comprometido muy seriamente en las actividades religiosas y por un trabajo a tiempo completo como un representante de la Asociación Cristiana de Jóvenes , viaja por Francia, Bélgica y Holanda.

Cuando tenía veintiséis años, Dunant entró en el mundo de los negocios como representante de la Compañía Genevoise des Colonies de Sétif en el norte de África y Sicilia. En 1858 publicó su primer libro, Note sur la Régence de Túnez [Una cuenta de la Regencia de Túnez], compuesto en su mayor parte de las observaciones de viaje pero que contiene un capítulo extraordinario, que se publica por separado en 1863, titulado L'Esclavage chez les musulmans et aux États-Unis d'Amérique [La esclavitud entre los mahometanos y en los Estados Unidos de América].

Después de haber servido a su aprendizaje comercial, Dunant concibió un esquema financiero audaz, haciéndose presidente de la Financiera y Compañía Industrial de Mons-Gemila Mills en Argelia para explotar una gran extensión de tierra. Necesitado de derechos de agua, decidió prewentar su declaración directamente al emperador Napoleón III. Dunant se dirigió al cuartel general de Napoleón cerca de la norteña ciudad italiana de Solferino. Llegó a tiempo para presenciar y participar en la secuela de una de las batallas más sangrientas del siglo XIX. En 1862 publicó un libro pequeño “Souvenir de Solférino” [Recuerdo de Solferino], destinado a hacerlo famoso.

La memoria tiene tres temas. El primero es el de la propia batalla. El segundo representa el campo de batalla después de los combates -su «desorden caótico, desesperación indescriptible, y la miseria de todo tipo»- y la historia principal de los esfuerzos para atender a los heridos en el pequeño pueblo de Castiglione. El tercer tema es un plan. Las naciones del mundo deben formar sociedades de socorro para prestar atención a los heridos en tiempos de guerra; cada sociedad debe ser patrocinada por un consejo de administración compuesto por figuras destacadas de la nación, debería hacer un llamamiento a todos los voluntarios, capacitar a estos voluntarios para ayudar a los heridos en el campo de batalla y para cuidar de ellos más adelante hasta que se recuperen. El 7 de febrero de 1863, la Sociedad Genevoise de Utilidad Pública [Sociedad Ginebrina de Utilidad Pública] nombró un comité de cinco, incluyendo a Dunant, para examinar la posibilidad de poner este plan en acción. Con su petición de una conferencia internacional, este comité, en efecto, fundó la Cruz Roja. Dunant, dejando su dinero y tiempo en la causa, viajó por casi toda Europa buscando las promesas de los gobiernos de enviar representantes. La conferencia, que se celebró del 26 al 29 de octubre, con treinta y nueve delegados de dieciséis naciones asistentes, aprobó algunas resoluciones preliminares y sentó las bases para una reunión de plenipotenciarios.

El 22 de agosto de 1864, doce naciones firmaron un tratado internacional, comúnmente conocida como la Convención de Ginebra, comprometiéndose a garantizar la neutralidad de personal sanitario, para agilizar los suministros para su uso, y adoptar un emblema de identificación especial; en prácticamente todos los casos, una cruz roja en un campo de blanco.

Dunant había transformado una idea personal en un tratado internacional. Pero su trabajo no había terminado. Aprobó los esfuerzos para ampliar el alcance de la Cruz Roja para cubrir el personal naval en tiempos de guerra y en tiempos de paz para aliviar las penurias causadas por catástrofes naturales. En 1866 escribió un folleto que establece un plan para crear una colonia neutral en Palestina. En 1872 se convocó a una conferencia para establecer la «Alianza universelle de l'ordre et de la civilización» que iba a considerar la necesidad de una convención internacional sobre el manejo de los prisioneros de guerra y para la solución de las controversias internacionales por los tribunales de arbitraje en lugar de por la guerra.

Los ocho años a partir de 1867 a 1875 resultó ser un gran contraste con los de 1.859 a 1.867. En 1867 Dunant estaba en bancarrota. No se habían concedido los derechos de agua, la empresa había sido mal administrada en el norte de África, y el propio Dunant había concentrado su atención en actividades humanitarias, no en proyectos empresariales. Después del desastre, que involucró a muchos de sus amigos de Ginebra, Dunant ya no era bienvenido en la sociedad ginebrina. Unos pocos años después acabó literalmente viviendo en el nivel del mendigo. Hubo momentos, en los que  cenaba en un pedazo de pan y dormía a la intemperie.

Durante los siguientes veinte años, 1875 a 1895, Dunant desapareció en soledad. Después de breves estancias en varios lugares, se estableció en Heiden, un pequeño pueblo suizo. Aquí un profesor del pueblo llamado Wilhelm Sonderegger lo encontró en 1890 e informó al mundo que Dunant estaba vivo, pero el mundo tomó pequeña nota. Debido a que estaba enfermo, Dunant se trasladó en 1892 al hospicio en Heiden. Y aquí, en la Sala 12, pasó el resto de los dieciocho años de su vida como un desconocido.

Después de 1895, cuando el mundo lo volvió a descubrir, fue colmado de premios y galardones. Pero a pesar de los premios y los honores, Dunant no se movió de la Saja 12. A su muerte, no hubo ceremonia fúnebre, ni dolientes, ni cortejo.

De los dineros de los premios que había recibido, Dejó algunos legados a los que habían cuidado de él en el hospital del pueblo, dotado de una «cama gratis» que iba a estar a disposición de los enfermos entre las personas más pobres de la aldea, y dejó el resto a empresas filantrópicas en Noruega y Suiza.



Fuentes

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