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lunes, 1 de junio de 2015

1 de junio de 1943 - aviones alemanes derriban un avión de BOAC en el golfo de Vizcaya, probablemente en la creencia de que Winston Churchill viajaba en él

"El avión regular estaba a punto de dejar Lisboa, cuando un hombre de fuerte complexión, fumando un puro, apareció en el aeropuerto. Los agentes alemanes creyeron que yo estaba a bordo".
Con estas palabras, Winston Churchill determina en sus memorias su teoría sobre los motivos del ataque alemán al vuelo comercial 777 en EL Golfo de Vizcaya.

Un vuelo trágico, el BOAC-777 del 1 de junio de 1943, en plena segunda guerra mundial. A bordo iba, entre otros, el actor Leslie Howard, famoso por sus papeles en Lo que el viento se llevó y La pimpinela escarlata. A bordo también iba, según pensaban los nazis, el primer ministro del Reino Unido, Winston Churchill. Poco después de pasar por la costa gallega, el aparato fue alcanzado por la metralla mortífera de ocho cazas Junkers alemanes. Perdieron la vida los cuatro tripulantes y 13 pasajeros "Un crimen de guerra", dijeron los ingleses después. Un crimen jamás resuelto del todo.

Leslie Howard
¿Por qué los nazis abrieron fuego contra un avión comercial, lento e indefenso? Un error de los servicios de espionaje. La historia, repleta aún de incógnitas, empieza con el estallido de la segunda guerra mundial. Al invadir Alemania la vecina Holanda un puñado de pilotos holandeses de la KLM traslada rápidamente sus aviones a Inglaterra. Los ingleses, por su parte, han cerrado los aeropuertos de Londres, igual que todas las líneas regulares con el continente excepto una: desde el recóndito aeropuerto de Whitchurch, cerca de Bristol, se vuela cada día a Lisboa. Para la mayoría de estos vuelos se utilizan las tripulaciones y aparatos de la KLM, rebautizados como BOAC, las siglas, en inglés, de la Corporación Británica de Aerolíneas de Ultramar.

Aunque tanto los hombres de Hitler como los aliados respetan la neutralidad de Portugal, el aeropuerto de Lisboa es un hervidero de espías de ambos bandos. Según la versión más plausible, uno de esos espías alemanes ve aquella mañana del 1 de junio cómo Winston Churchill pasa por delante del mostrador de la compañía alemana Lufthansa y se dirige al avión, con el nombre de Ibis, el pájaro blanco sagrado del Nilo. El agente informa de inmediato a sus superiores. Churchill, el gran enemigo, en un avión comercial para pasar desapercibido, sin cazas de escolta, a plena luz de día. 

La supuesta presencia de Churchill en la capital portuguesa no sorprende. Acaba de estar unos días en el norte de África, donde se ha visto con el general estadounidense Dwight Eisenhower. Un año antes, además, ya había viajado una vez en un avión comercial a Bermuda, también para no llamar la atención.

El comandante holandés Quirinus Tepas despega a las 7.35 horas del aeropuerto lisboeta de Portela. Hasta las 10.54 horas, cuando el avión acaba de pasar por Galicia y se encuentra 200 millas al norte de Cedeira, tiene contacto con la torre de control. En su última comunicación informa: "Nos están siguiendo aviones desconocidos... ¡Nos están atacando aviones desconocidos!" Intenta esquivar los disparos, como seis semanas antes había hecho su compañero Koene Dirk Parmentier, que logró huir de los Junkers alemanes, procedentes de la base de Burdeos. Pero esta vez, el aparato cae como una bola de fuego al mar. No hay supervivientes y una misión en barco, el día después, no halla cuerpos, aunque abate seis Junkers cuando estos también atacan al buque de guerra. "En Londres creen que los cazas nazis atacaron el avión pensando que a bordo podría estar el primer ministro Winston Churchill", informa The New York Times tres días después.


En el avión, empero, no va Churchill. A quien ve el espía en Lisboa es, seguramente, a Alfred T. Chenhalls, un hombre bajo, regordete y que fuma puros, igual que Churchill. Chenhalls pesa 101 kilos. Es el contable personal de Leslie Howard y algunos amigos le llaman incluso "el segundo Churchill". Lo cierto es que Chenhalls, a simple vista, guardaba un cierto parecido con Churchill. Su forma de vestir, el cigarro habano siempre entre los dedos, su complexión física gruesa y una avanzada calvicie conformaban sus principales señas de identidad.

Alfred T. Chenhalls en su última foto, días antes de morir
Por otro lado, si nos fijamos un poco, también el propio Leslie Howard podría parecerse al asistente de Churchill, Walter H. Thompson. Ambos altos, espigados, con físicos similares...

Churchill junto a su asistente, Walter H. Thompson
Otra versión dice que el propio Howard es el objetivo de los alemanes. Cuando coge el avión en Lisboa acaba de terminar una gira de un mes por España y Portugal para denunciar la invasión alemana de media Europa. Nada más estallar la guerra, Howard había regresado de Hollywood a su Inglaterra natal y se había erigido en un factor de propaganda importante para los ingleses. Según esta hipótesis sería Joseph Goebbels, el responsable del aparato de propaganda nazi, quien ordenara el derribo de su enemigo. 

Finalmente, el viaje de Churchill de vuelta a casa se produjo, dentro de toda la normalidad posible, el 5 de Junio.

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