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domingo, 15 de noviembre de 2015

Aquí comienza nuestra historia.

Porque toda historia tiene un comienzo...

Llamamos hominización al proceso evolutivo que sufrieron las especies primates antiguas para terminar siendo lo que hoy conocemos como homo sapiens, esto es, los humanos. 

Casi todos los fósiles de homínidos encontrados en África han sido hallados en el Valle del Rift. Por eso se cree que algo excepcional ocurrió en este lugar. 


El Gran Valle del Rift es una gran fractura geológica cuya extensión total es de 6.000 kilómetros en dirección norte-sur, y 600 km de ancho. Fue creado por movimientos en la corteza terrestre que dividieron el continente africano hace de 5 a 10 millones de años.

Todo el este africano poseía un clima cálido y húmedo que favorecía el desarrollo de un bosque tropical. Pero la profundización del valle y el levantamiento en el este de un borde elevado modificaron paulatinamente el clima de la región. El borde oriental impidió el ingreso de aire húmedo proveniente del Océano Indico causando una fuerte disminución en las precipitaciones, las temperaturas disminuyeron y la vegetación comenzó a cambiar, los bosques desaparecieron y fueron reemplazados por la sabana

Este drástico cambio en el clima y La disminución del área boscosa fue desencadenante del proceso de hominización y el bipedismo.

Sucedió hace 4 millones de años, y el primer homínido que conocemos, fue el Australopithecus, la especie a la que pertenece la famosa Lucy. Hay en cambio, otros que opinan que el bipedismo empezó antes... hace 6 millones de años. Y fueron los miembros de la especie Ardipithecus ramidus los primeros en caminar con dos patas. Aunque quizá lo hicieran parcialmente.


Estos cambios le supusieron una ventaja evolutiva decisiva en la carrera por el dominio del ambiente. Los seres humanos son bípedos completos. A diferencia de otros primates y mamíferos que pueden adoptar una postura bípeda el ser humano se yergue sobre sus patas traseras de forma natural.
  • El ser humano tendrá que adoptar una gran cantidad de cambios en sus músculos, vísceras y en el esqueleto para permitir el bipedismo.
  • El centro de gravedad tuvo que cambiar. Pasando de estar a cuatro patas a aguantarse solo en dos. Para ello los músculos de la espalda tuvieron que hacerse más potentes y la columna vertebral reforzarse para mantenerlos.
  • La inserción de la columna vertebral en el cráneo tuvo que cambiar para permitir mirar al frente.
  • Los cóndilos occipitales se adelantaron y cambió la posición del atlas. Gracias a la inserción de la columna en el cráneo los arqueólogos pueden determinar si un animal era bípedo son con ver su cráneo.
  • La columna tiene que adaptarse a soportar el peso verticalmente no horizontalmente
  • La caja torácica y el esternón se ensancharon para aguantar a las vísceras. Se pierde el pulgar oponible del pie mediante complicadas modificaciones óseas y se alargan las piernas, por lo general cortas en primates.
  • La pelvis sufrió una serie de modificaciones importantes. Otros primates se bambolean al caminar de forma bípeda, puesto que la inserción de sus piernas no les permite caminar recto. El fémur tiene que modificarse para insertarse horizontalmente en la cadera que se aplana: reduciendo la sínfisis púbica y el isquion forma las alas pelvianas. De esta manera se facilita la transferencia del peso de la columna a las piernas.
Por el contrario los cambios en la pelvis supusieron partos más peligrosos y difíciles, tema que tomaremos más ampliamente conforme avancemos en el tema del principio de la historia del ser humano 

El papel del Australopithecus en la historia de la evolución del hombre es verdaderamente importante. El Australopithecus es la primera especie que se separó de los grandes monos (gorilas, chimpancés y orangután) e inició la carrera evolutiva del hombre actual hace aproximadamente 4 millones de años en África. El homo habilis, ergaster, neanderthal, goliat, homo georgicus e incluso nosotros, no existiríamos si no hubiera sido por los primeros pasos del Australopithecus

Ya hablamos  sobre como el cambio drástico en el clima del “Gran Valle del Rift”, en África, hace millones de años, obligó a algunas especies a adaptarse y cambiar su forma de vida, que en el caso de los antiguos primates terminó por favorecer el que hoy esté escribiendo estas palabras, ya que nuestras manos no estarían “libres” hoy, si no fuera por nuestros más osados antepasados.

Pero el bipedismo solo fue, de manera más que literal, “el primer paso”, en el largo camino de los homínidos……


Tú eres lo que comes...

¿Quién no ha escuchado esta frase? Pero, para fines de nuestro artículo sobre el proceso de hominización esta es como un chiste irónico….

El cambio de dieta resultó un factor decisivo en este proceso, pues al pasar de los bosques hacia las sabanas e incrementarse los espacios abiertos el alimento no fue tan abundante, lo que los obligo a complementar la dieta vegetariana con animal, por medio de la caza. El aporte nutricional se complementó con la aportación calórica que al mismo tiempo permitió que no necesitaran comer de manera tan frecuente ni abundante. También, debido a esto el cerebro tuvo un desarrollo con mayor facilidad.

Los primeros Homo contaban con cráneos con un volumen encefálico más grande que el de los Australopitecos. Homo habilis llegó a tener hasta cerca de 700 centímetros cúbicos de capacidad craneana, con un promedio de unos 600 centímetros cúbicos. .

Otro cambio que produjo la dieta carnívora fue la adaptación de los dientes de por sí poco a poco especializados, el paladar adquiriere una forma parabólica y las piezas dentales se reducen a 32.

Asimismo, la ingesta de carne fue un motivo para el desarrollo de nuevas técnicas en la elaboración de herramientas, al igual que este hecho inició la socialización entre los individuos, porque se vuelven más conscientes de los lazos sociales, en los que surge el parentesco, a la vez que los lazos afectivos son más intensos.

Los primeros Homo contaban con cráneos con un volumen encefálico más grande que el de los Australopitecos. Homo habilis llegó a tener hasta cerca de 700 centímetros cúbicos de capacidad craneana, con un promedio de unos 600 centímetros cúbicos. 


Ahora bien, tener un cerebro más grande tiene también sus inconvenientes, ya que implica la necesidad de conseguir una mayor cantidad de energía para mantenerlo en actividad.

Para saber un poco más al respecto, puede verse este video:



Así, la próxima vez que este disfrutando un rico filete, recuerda agradecerle por tu proceso cognitivo avanzado.

Ya dijimos como el comienzo de una carrera contra la adaptación por cambios climáticos derivó en la bipedestación de algunos primates, adaptándolos a un entorno más hostil, y de cómo el cambio en la dieta de nuestros antepasados influyó directamente en el desarrollo del cerebro.

Pero ahora abarcaremos un rasgo del proceso de hominización, que, en conjunto con el trabajo en equipo para conseguir el alimento, probablemente determinó el que hoy exista una sociedad, donde, se supone, todos trabajamos en conjunto (risa sarcástica censurada). 

Los Australopithecus afarensis tenían un cerebro todavía pequeño, sus crías —cuya cabeza, al no necesitar demasiada capacidad craneal, era capaz de atravesar bien el limitado canal del parto— podían nacer con más masa encefálica y, por tanto, en un estado de desarrollo relativo superior al humano, parecido quizás al de las crías de los chimpancés actuales, que son mucho menos dependientes e indefensas que los bebés humanos.

La transformación de la estructura ósea de la cadera para adquirir la postura erecta repercutió tanto en posición —adelantada— de la vagina de las hembras como en la reducción del diámetro del canal del parto y en la variación de su recorrido, por lo que cabe pensar que esta especie realizaba ya el coito cara a cara —un rasgo típico humano (aunque también se da en primates como el bonobo o chimpancé pigmeo y el orangután, que copula de frente estando suspendido de las ramas)— y paría a la manera característica de los humanos, sufriendo también parecidas complicaciones.

Desde la aparición del género Homo, a causa del estrechamiento del canal del parto, que derivó directamente de la adaptación de la pelvis para lograr una postura erecta, las crías comenzaron a nacer en un estado de desarrollo más inmaduro que las de sus predecesores, y eso dio marcha forzosa a empezar a crear relaciones de protección y mayor colaboración entre nuestros ancestros, para asegurar su supervivencia. Estos cambios repercutieron de manera necesaria en la mejora estructural del lóbulo frontal cerebral, al precisar mejorar la comunicación grupal, acabarían dando lugar a las áreas cerebrales encargadas del lenguaje. Esa pérdida de autonomía con respecto a los homínidos obligó a conformar estructuras sociales de creciente complejidad y la mayor relación y dependencia forjada entre los sujetos dentro del grupo impulsó una superior organización cerebral.


Un “pequeño” cambio en la osamenta de nuestros antepasados determinó lo que hoy somos, el ver a sus crías desprotegidas, impulsó un nivel de desarrollo a nivel social, que nos trajo hasta este momento de la historia, que se sigue escribiendo…no cabe duda que el amor por los hijos es increíble 




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